Después de unas elecciones polarizadas y llenas de acusaciones, el pueblo americano se encuentra muy dividido y necesita sanar. Por esa razón, en su discurso de victoria, Biden dijo que quiere restaurar "el alma de Estados Unidos” e hizo un llamamiento a la unidad.
"Donde otros ven estados rojos y azules, yo solo veo a los Estados Unidos de América" dijo.
La división es una fiesta en la que bailan dos. Es común que el vencedor llame a la unidad y el vencido acuse de fraude e ilegalidades. No se te olvide que así fueron los últimos cuatro años, cuando los demócratas acusaron de fraude electoral a Trump y procuraron un impeachment. Ahora la tortilla se volteó, y son los republicanos que acusan de fraude y señalarán las ilegalidades de Biden. Así opera la oposición en tiempos de activismo social.
¿TENDRÁ ÉXITO EN LOGRARLO?
Es positivo que Biden haga el llamado a la unidad, es lo que un presidente debe hacer, pero será muy difícil que lo logre. Le costará mantener a los radicales y a los moderados de su propio partido alineados en una sola agenda, y casi imposible atraer a los entusiastas trumpistas que han sido señalados de racistas, xenófobas y misóginos por los medios tradicionales, el Big Tech y las élites de Holywood. Las heridas son muy profundas y las acusaciones en ambas vías han rebasado los límites de la tolerancia.
En un estudio realizado por Rasmussen Reports se encontró que el pueblo americano no se siente tan confiado de lograr sanar y alcanzar la unidad, pues solo el 27% dijo que era muy posible o algo posible, mientras que el 68% se mostró desconfiado, al manifestar que era poco probable o imposible. Es interesante que las percepciones son idénticas en cada bando, dentro de los demócratas o republicanos, y aun entre los independientes, así que no es la postura sólo de un lado. Según este estudio, la ansiada unidad podría quedar sólo como un discurso idealista que no parece que se materializará en el corto plazo.
"Un país dividido contra sí mismo acabará destruido" fueron las sabias palabras de Jesús, y demostradas a través de toda la historia humana. Grandes imperios han caído, no por mano de su enemigo, sino por sus propias divisiones. El mayor enemigo de Estados Unidos podría no ser Rusia ni China, sino sus propias heridas. Primero Dios logren sanar y unirse de nuevo, bajo el liderazgo de quien quede oficialmente electo, para continuar siendo una nación fuerte y próspera, ejemplo al resto en su sistema democrático.
Comments