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Rodolfo Mendoza

GUATEMALA RETROCEDE EN CALIDAD EDUCATIVA

Los resultados del último Estudio Regional Comparativo y Explicativo realizado por la UNESCO fueron dados a conocer el pasado 30 de noviembre, y revelaron que Guatemala tuvo un retroceso en los logros de aprendizaje respecto del estudio anterior.


El Estudio Regional Comparativo y Explicativo (ERCE) es el estudio educativo a gran escala más importante de Latinoamérica, y evalúa tres áreas en alumnos de tercero y sexto grado: matemáticas, lectura y ciencias naturales. Este estudio evalúa el aprendizaje de los estudiantes en distintas áreas e identifica factores asociados al mismo, haciendo uso de pruebas estandarizadas y cuestionarios de contexto. Aunque los resultados se dieron a conocer recientemente, la evaluación se llevó a cabo durante el 2019, es decir, previo a la pandemia.


Los resultados para Guatemala revelan dos puntos preocupantes:


1. El país se ubica como uno de los más bajos en el nivel educativo de la región, por debajo del promedio regional. Esto, lamentablemente, ya se conocía.

2. Más preocupante aún, Guatemala tuvo un retroceso en los logros de aprendizaje en comparación al último estudio realizado en 2013.


EL RETROCESO EN EDUCACIÓN SALE CARO


Desde el 2013, el país ha destinado más de ciento veintitrés mil millones de Quetzales en educación, y a pesar de ello, se ha retrocedido en calidad educativa. Lo escribiré en números para que se vea más claro: desde el 2013 el país a destinado más de Q123,000,000,000.00 en educación. Dinero hay. No se si esta cantidad es mucho o poco, ni podría decir si el problema se resolvería dedicando más presupuesto al Ministerio de Educación, pero lo cierto es que dinero hay. Al menos lo suficiente como para no retroceder en los logros de aprendizaje.


Y recuerda, esta evaluación se realizó previo a la pandemia. No puedo ni imaginar las consecuencias de dos años de aulas sin alumnos presenciales.


¿QUÉ PASARÁ CON LA EDUCACIÓN EL AÑO ENTRANTE?


Esta es una pregunta recurrente. El Presidente anunció que los alumnos de escuelas públicas retornarían a clases presenciales a mediados de febrero, en un sistema híbrido, para lo cual todos serían vacunados. Cada vez más esta meta de vacunación se ve imposible de cumplir, así que ese plan podría quedar solo en buenos deseos.


Luego de eso, la Ministra de Educación afirmó que el retorno presencial a clases continuaría rigiéndose al semáforo, por lo que en los municipios en rojo no habría clases presenciales, en anaranjado únicamente aquellos colegios con permisos especiales, y en amarillo y verde si se podrían recibir alumnos en las aulas. Según la última actualización del semáforo, 222 municipios están en amarillo y sólo 29 en rojo, por lo que más de alguien podría pensar que este plan puede funcionar.


Pero este es el problema: el semáforo necesita ajustes a su punteo. Es el sistema de alerta más rígido y duro de Latinoamérica, y el único que no tiene territorios en verde, a pesar que 72 municipios no reportaron ningún contagio en la última quincena. Así que sujetar la educación de la niñez a un sistema que necesita grandes cambios no es lo ideal. El otro problema es la volatilidad del semáforo.


Se espera un rebrote en los primeros meses del año, y con éste, los municipios en amarillo descenderán en número rápidamente, pasando a anaranjado o rojo, afectando de nuevo la asistencia a clases.




El gobierno necesita acordar una estrategia definida para la educación en el corto y en el largo plazo, que permita el desarrollo integral de la niñez, y logre una mejora en la calidad educativa. En el corto plazo debería priorizar el retorno a clases de los alumnos, como han hecho la mayoría de países del mundo, a la vez que fortalece la campaña de vacunación. En el largo plazo debería apuntar a mejorar los logros de aprendizaje, los cuales deberían verse reflejados en la próxima evaluación del ERCE.

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