Por más de tres meses la tasa de fatalidad a nivel mundial ha venido en descenso contínuo, desde su punto más alto el 26 de abril.
Esto demuestra que el impacto que el virus tuvo en marzo y abril no es el mismo que ahora en agosto.
La Tasa de Fatalidad en el punto mas alto era de 7.4% sobre los casos reportados, y en algunos países europeos llegaba a 15%. El promedio mundial está hoy en 3.9%.
¿POR QUÉ BAJO LA TASA DE FATALIDAD?
Al inicio, la pandemia tomó desprevenidos a los países de Europa Occidental y el contagio se esparció aceleradamente, colapsando los sistemas de salud. Esto se tradujo en muchos fallecidos. Con el tiempo se aprendió cómo tratar a los enfermos graves y mejoraron los protocolos médicos, se probaron y utilizaron medicamentos que ayudaron en la recuperación de los hospitalizados, se trató rápidamente a los enfermos leves para que se recuperaran en casa y el personal médico tomó más experiencia para enfrentar al virus. Todo esto ha resultado en menos fallecidos con el correr del tiempo, a pesar que los casos siguen en aumento.
¿QUÉ INCIDENCIA ESTÁ TENIENDO?
El impacto de este fenómeno se observa al comparar el número de fallecidos en los nuevos brotes que han sucedido en el mes de julio en comparación con los del mes de marzo. Nueva York y Florida tuvieron brotes similares en tamaño, tanto en casos diarios como en total, pero en los peores días NY tenía 1,000 fallecidos, mientras que Florida 250. La diferencia es que el primero tuvo su pico hace varios meses y el segundo lo tuvo recientemente.
Esto mismo está sucediendo en los Estados de California, Texas, Georgia y Arizona, como en la segunda ola de Europa. Ganar tiempo hace mucha diferencia en una crisis.
¿Y GUATEMALA?
Por varios meses Guatemala mantuvo una tasa de fatalidad por debajo del promedio mundial, pero ha sido lenta en reconstruir su debilitado sistema de salud o en cambiar los protocolos médicos, además que no ha sido agresiva en usar tratamientos que se utilizan en otros países y que parecen dar resultados. Por tal razón, se ha tardado en evidenciar el descenso en la tasa de fatalidad.
Es hasta hace unos días atrás que se ha comenzado a ver un descenso en los fallecimientos diarios que ha incidido en la reducción de la tasa de fatalidad, colocando a Guatemala justo en el promedio mundial. Es tan reciente este descenso que no me extraña que muchos no lo hayan notado, sino que la percepción general siga siendo que mientras aumentan los casos, también aumentarán al mismo ritmo los fallecimientos.
Para consolidar éste descenso de fallecimientos deben llevarse a la práctica los planes de las autoridades de fortalecer el sistema primario de salud. Lo que han anunciado es que aumentarán el número de pruebas en el interior, se hará rastreo de contactos y se distribuirán gratuitamente kits ambulatorios de medicinas para ser usados por aquellos que den positivo. Iniciativas municipales como los centros de bienestar respiratorio que se implementaron en la capital ayudan también.
Todo esto es importante porque si la tasa de fatalidad desciende drásticamente, como lo ha hecho en otros países, el abordaje de la pandemia puede ser muy distinta. Podríamos activar la economía con más confianza y el futuro cercano no se vería tan sombrío. Por tal razón, este indicador, junto a la disponibilidad de camas hospitalarias, son los dos más importantes en esta etapa de reactivación económica.
Estos son sólo números fríos que poco hacen para reflejar la realidad en la vida de muchas personas y familias que pierden un ser querido. Salvar una vida representa el 100% para alguien más. Por eso mi esperanza es que esa tendencia de descenso de fallecidos se consolide en nuestro país, y primero Dios se traduzca en muchas más vidas salvadas.
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